Cada año, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) atiende aproximadamente 80 mil pacientes con enfermedad renal crónica terminal (ERC), un padecimiento que se ubica entre las diez primeras causas de muerte en el país.
Del total de pacientes, 52% recibe hemodiálisis y 48% diálisis peritoneal, tratamientos que reemplazan la función renal en quienes han perdido la capacidad de filtrado de sus riñones.
El coordinador de Programas Médicos en la División de Medicina Familiar del IMSS, Juan Carlos Tomás López, explicó que la ERC está asociada principalmente a enfermedades crónicas como la diabetes, hipertensión y obesidad, aunque también puede desarrollarse por infecciones urinarias recurrentes, piedras en los riñones, dislipidemia, hiperuricemia, enfermedades autoinmunes y el uso prolongado de medicamentos nefrotóxicos.
La edad es un factor de riesgo relevante, ya que la enfermedad es más frecuente en personas mayores de 40 años. Por ello, López subrayó la importancia de la detección temprana en el primer nivel de atención, mediante pruebas como el examen general de orina, microalbúmina y creatinina en sangre, que permiten estimar la tasa de filtrado glomerular y detectar daño renal incipiente.
Un diagnóstico oportuno permite implementar cambios en el estilo de vida del paciente y retrasar la progresión de la enfermedad. El IMSS realiza un abordaje integral y multidisciplinario, que incluye alimentación adecuada, actividad física regular, control riguroso de enfermedades crónicas asociadas, así como la integración de los pacientes a programas educativos y Centros de Atención a la Diabetes.
La ERC representa un desafío creciente para el sistema de salud, tanto por su alta prevalencia como por su impacto en la mortalidad y calidad de vida de los pacientes. Expertos insisten en que la prevención, detección temprana y seguimiento médico constante son fundamentales para reducir la carga de esta enfermedad en la población.