Durante el paro, 40 aeropuertos vieron reducido su tráfico por decisión de la Administración Federal de Aviación (FAA), debido a la escasez de controladores aéreos, quienes continuaron trabajando sin recibir pago. La reducción de vuelos alcanzó hasta un 6 % en promedio para garantizar la seguridad en el transporte aéreo.
A partir de las 6 de la mañana del lunes, la FAA informó que las operaciones regresaron a niveles previos al cierre. El Secretario de Transporte, Sean Duffy, agradeció el compromiso del personal y la paciencia de los pasajeros. "Ahora podemos concentrarnos en reforzar la contratación de controladores y modernizar el sistema de control del tráfico aéreo", destacó.
Durante el cierre, las activaciones de personal alcanzaron un máximo de 81 el 8 de noviembre; el 16 de noviembre se redujeron a una sola, reflejando la recuperación progresiva del sector. Aunque el lunes se registraron más de 650 retrasos y 30 cancelaciones, la mayoría se debió a condiciones climáticas y no al cierre gubernamental.
Expertos del sector señalaron que la reanudación de pagos a los controladores estabilizará los horarios de vuelos antes de la temporada de Acción de Gracias, evitando afectaciones a los viajes festivos. Pasajeros en aeropuertos como LaGuardia, en Nueva York, y O'Hare, en Chicago, reportaron operaciones fluidas y sin contratiempos.
Durante el cierre, el expresidente Donald Trump propuso un bono de 10,000 dólares para los controladores que trabajaron sin pago y criticó públicamente a quienes se ausentaron por enfermedad, generando polémica en el sector.
Con la normalización de vuelos y la reactivación de los salarios atrasados, la industria aérea estadounidense enfrenta ahora un periodo de operaciones estables, garantizando la seguridad y puntualidad de los viajeros. El episodio subraya la importancia de mantener la infraestructura crítica operativa, incluso en medio de crisis políticas y financieras.