La banda presidencial de México: historia, simbolismo y tradición que perdura
Por: Inés Arroyo
Ciudad de México – La banda presidencial de México es mucho más que un accesorio ceremonial; es uno de los símbolos más importantes de la autoridad ejecutiva y la continuidad democrática del país. Su historia, protocolo y significado reflejan la tradición, la cultura y el respeto institucional que acompañan al Poder Ejecutivo Federal desde los primeros años de la República.
Origen histórico
El antecedente de la banda presidencial se remonta a la Orden Imperial de Guadalupe, creada por Agustín de Iturbide en 1822. Esta orden otorgaba a sus miembros una banda tricolor como símbolo de unidad nacional y autoridad. Aunque la orden fue efímera, la banda sobrevivió como distintivo del poder ejecutivo. Durante la presidencia de Guadalupe Victoria (1824–1829), la banda se consolidó como emblema presidencial, y fue hasta la promulgación de la Ley sobre el Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales en 1984 que se formalizó su diseño y su protocolo de uso, convirtiéndose en un símbolo oficial de la presidencia.
Diseño y características oficiales
Conforme a la legislación vigente, la banda presidencial está formada por tres franjas tricolores –verde, blanco y rojo– con el escudo nacional bordado en el centro. Su uso es exclusivo del presidente de la República, y se reserva para ceremonias de máxima solemnidad. La ley especifica que debe colocarse sobre el hombro derecho y cruzar hasta la cadera izquierda, representando formalmente la autoridad y legitimidad del Ejecutivo.
El artículo 35 de la Ley sobre el Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales establece que la banda se usa en eventos como la toma de posesión presidencial, el informe de gobierno ante el Congreso de la Unión, la recepción de cartas credenciales de embajadores y ministros extranjeros, así como en la conmemoración del Grito de Dolores. Además, la ley permite que el presidente la porte en otras ceremonias de alto protocolo, lo que subraya su carácter emblemático.
Entrega y protocolo
Uno de los momentos más simbólicos en la vida institucional del país es la transmisión de la banda presidencial durante la toma de posesión, que ocurre cada seis años el 1 de octubre. En esta ceremonia, el presidente saliente entrega la banda al presidente entrante, después de que éste rinde protesta constitucional ante el Congreso de la Unión. Este acto representa continuidad democrática, legitimidad y estabilidad institucional.
La ceremonia está cuidadosamente reglamentada: el presidente saliente se quita la banda y la entrega al presidente del Congreso, quien a su vez la coloca en manos del nuevo mandatario. Solo en este contexto la banda es portada por alguien distinto al presidente, lo que refuerza la solemnidad del acto.
Confección y tradición artesanal
La elaboración de la banda presidencial está a cargo de la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA), cuyos artesanos confeccionan cada pieza con bordados de hilo de oro y seda, cuidando cada detalle para mantener la tradición. Esta práctica resalta la importancia de la banda no solo como símbolo de autoridad, sino también como una pieza patrimonial artesanal que conecta al presidente con la historia y la cultura mexicana.
Recientemente, en la toma de posesión de Claudia Sheinbaum, la banda fue confeccionada por artesanos de la SEDENA, destacando la continuidad de esta tradición histórica y protocolaria.
Símbolo de identidad y unidad nacional
Más allá de su valor protocolario, la banda presidencial representa la unidad de los mexicanos y la continuidad institucional. Sus colores evocan esperanza (verde), pureza (blanco) y la sangre de los héroes que forjaron la Nación (rojo). Su uso en la fotografía oficial del presidente, como en el caso de Sheinbaum, refuerza la autoridad presidencial y proyecta la solemnidad del cargo tanto a nivel nacional como internacional.
Cada entrega y uso de la banda es un recordatorio tangible de que, aunque cambien los presidentes, los símbolos nacionales perduran. La banda presidencial conecta al México contemporáneo con su historia, recordando a los ciudadanos y a los mandatarios que la soberanía, la unidad y la institucionalidad son valores que trascienden los periodos de gobierno.